“Cuando la culpa, el miedo y el resentimiento
caminan de la mano con la malnutrición,
las enfermedades y la pobreza paralizan
el espíritu del individuo.”
Tax´a Leon
(Pintora y humanista guatemalteca)
El invierno es el final de las estaciones y su elemento es el agua. Para ponerse a tono con él, debemos hacer énfasis en aquellas características que nos hacen más receptivos e introspectivos, almacenando experiencias; mientras se enfría la superficie del cuerpo, se debe mantener el calorcito del corazón.
El frío y la obscuridad externa nos impelen a la búsqueda de luz interna. Es tiempo de descansar, de meditar profundamente, refinando y redefiniendo la esencia espiritual. Y de guardar la energía física. Quizás aumentemos algún kilito de más para la estación invernal. ¿Por qué no? Pero incluso si la introspección nos mantiene en calma, hay que mantenerse suficientemente activos para que la flexibilidad de la espina dorsal y las articulaciones de los huesos puedan también mantenerse.
Las potencias del invierno crean el frío en el cielo y el agua en la tierra. Ellas dan origen a los riñones y a los huesos… despertando en nosotros la habilidad de gemir.
Se ha dicho que los riñones abren los oídos, de ahí que la habilidad de escuchar se relacione con tener buenos riñones, los cuales son los órganos más afectados durante el invierno y en los cuales, por lo mismo, debemos de poner más atención. La habilidad de escuchar se incrementa con el frío de los meses más callados. Los sonidos que vienen de la cocina y las voces que provienen de ahí estimulan el apetito.
Sopas calientitas, caldos con verduras que provienen de raíces, y nueces tostadas se antojan en los días fríos. Comida seca, frijolitos negros, algas y verduras de la estación al vapor fortificarán nuestros riñones. De nuevo, sazonemos los alimentos por períodos más prolongados, cocinándolos con menos agua.
Tanto lo salado como los sabores amargos son apropiados para esta época; pues lo que provocan es refrescar el cuerpo, enviando calor al centro del organismo; en una superficie templada, se nota menos el frío. Pero hay que utilizar la sal con cuidado, claro, pues su exceso afecta la vesícula y los riñones, lo cual produce un inmoderado incremento de agua en el cuerpo, debilitando también el corazón (El consumo recomendado de sal al día es de 3,000 miligramos, mientras que la mayoría de las personas consumen 17,000 mg). Las algas marinas son un buen substituto de la sal.
Las personas friolentas necesitan más yang (en la filosofía china, el yang es el principio activo, mientras que el yin es su opuesto) en el cuerpo, y por lo tanto, aumentar el consumo de comida caliente.
Agua y Fuego
En la medicina china se considera a los riñones como el palacio de agua y fuego. Estos órganos son considerados como la fundación y la raíz del cuerpo humano. Controlan la parte baja, incluidos los órganos sexuales y las funciones reproductivas. Las personas sanas de los riñones son activas y tranquilas a la vez, son valientes pero sin olvidar la gentileza, además, son capaces de realizar grandes tareas sin estresarse, equilibrando su nutrición con sus decisiones.
La relación emotiva del Elemento Agua es el miedo. Como los riñones, el miedo se haya profundamente enraizado, y por lo general no somos conscientes de enormes áreas de temor e inseguridad. Un poco de miedo nos protege de hacer tonterías. Pero un exceso de miedo crea inseguridad y daña los riñones.
Por otro lado, la debilidad en los riñones ocasiona sentimientos de temor, lo cual bloquea nuestra capacidad de amar.
Mucha gente recibe un tratamiento psicoterapéutico en un intento de desmantelar e identificar inseguridades. Pero por lo regular se obtendrá poco si el complejo adrenal de los riñones no ha sido renovado. Restaurando los riñones en un grado significativo, uno puede experimentar un tremendo júbilo, mientras las nubes obscuras del miedo se disipan.
2 comentarios:
Exelente post. Me parecio de lo mas interesante.
Un abrazote.
Conque los riñones. Lo tendremos en cuenta.
Un abrazo
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