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Hace poco, Alba trajo a cuento aquella vieja pregunta de hacer una lista de los libros que llevaríamos a una isla desierta…Lo estuve pensando por algún tiempo, recordando tanto los libros que no he leído como los que sí…Trataba de elegir, de imaginar que estaba a un día de marcharme a esa utópica isla, las maletas abiertas sobre la cama…Volvieron a la memoria las bibliotecas que he tenido... los libros que he abandonado, perdido, regalado, los que me robaron o, en casos de crisis, los que vendí…Recordé aquella ocasión cuando abandoné la casa de una mujer con la que viví cuatro años, durante los cuales adquirí centenas de libros, pero antes de cruzar la puerta llevaba solamente uno en mis manos: El otoño recorre las islas, de José Carlos Becerra. Rememoré ese otro momento cuando tuve que abandonar un barco en llamas y en mi petaca, en lugar de ropa, metí sólo libros y cuadernos…Pero ahora, ahora, ahora, cuando la pregunta volvió, a finales del 2008, ¿cuáles de todos esos libros me gustaría recuperar o cuáles consideraría llevarme a esa isla desierta…? ¿Cuáles?
Entonces tomé una decisión: ninguno.
Y lo repito, si tuviera la posibilidad de irme a una isla desierta no me llevaría, de entre todos los libros que me apasionan o amo, absolutamente ninguno. Cero, nada.
Hay una película con uno de mis actores preferidos, Bill Murray, se llama The Razor’s Edge, algo así como El filo de la navaja. En ese film, el personaje interpretado por Murray viaja al Tíbet, a principios del siglo xx, para convertirse en discípulo del Dalai Lama. Después de un tiempo de iniciación, el máximo representante de Buda en la Tierra lo envía a un lugar apartado de la montaña y le dice que puede acompañarse de los libros que ha traído cuando llegó. Al llegar al sitio indicado comienza a leer los libros, pues cree que se los han dado para eso…pero luego se desata un frío tan tremendo y descubre para lo único que le sirven en ese lugar tan apartado de la civilización: para hacer una fogata y calentarse con el fuego que produce el papel. Él, tan amante de la sabiduría y el placer que hay en los libros, se da cuenta que hay un punto en que ya no son necesarias las lecturas, de que el mundo frente a nuestros ojos es el libro más fascinante, misterioso e interesante que pueda existir y que nos sea posible leer. Su instrucción ha terminado.
Algo similar me ocurrió un día que fui a una oficina de migración en Memphis, como sé lo tardado que pueden ser los trámites burocráticos, me llevé un libro para pasar el rato, mientras esperaba tuve la sensación de que aquel sitio en sí era el mejor libro que podía leer en ese momento y me puse a observar a la gente a mi alrededor durante todo el tiempo que permanecí ahí. Nunca me aburrí, se los aseguro.
Pero yo — simple mortal—, que aún no he alcanzado el Nirvana ni nadie me ha invitado a una isla desierta, sigo sin poder desprenderme de mis obras completas de Platón, ni del Nuevo Testamento, ni de mis libros de Carl Jung ni de Gurdjieff, Rimbaud, Jorge Luis Borges, ni de leer periódicos, ni revistas ni de cuanta cosa impresa caiga en mis manos, etc., etc., etc.
4 comentarios:
Mi queridisimo Tona:
Me parece que la refleion que haces es estupenda y sigo admirando la forma en que escribes.
Pero me parece que en algo te equivocas en la respuesta a la pregunta ¿que libbros te llevarias?
Como te abras dado cuenta la pregunta es alevosa y directa.
Quien hace la Cuestiona con el fin de saber tus gustos, porque si la pregunta fuera:
¿Te llevarias libros a una isla? Entonces si la respuesta que podrias dar seria que sí y punto ó
...Entonces tomé una decisión: ninguno.
Y lo repito, si tuviera la posibilidad de irme a una isla desierta no me llevaría, de entre todos los libros que me apasionan o amo, absolutamente ninguno. Cero, nada.
Que fue la que tu pusiste.
Yo no fui tan hábil para evadir el asunto. Me tomó tiempo el responder, aún así tuve mis dudas. Cuando llegó el momento resultó que no pude llevarme todo lo deseado, como bien dices a la hora de la hora surgen imprevistos.
Observar el entorno es algo que cuando se puede hago, coincido contigo no se aburre uno.
Un abrazo
Alba
Querido Alberlink, mi respuesta en sí, está al final: "Pero yo — simple mortal—, que aún no he alcanzado el Nirvana ni nadie me ha invitado a una isla desierta, sigo sin poder desprenderme de mis obras completas de Platón, ni del Nuevo Testamento, ni de mis libros de Carl Jung ni de Gurdjieff, Rimbaud, Jorge Luis Borges...".
Alba: Sólo el 50% de la sabiduría está en los libros.
Alberlink:
Supón que te está preparando para ir a la boda de tu hijo y tu esposa te pregunta qué reloj te pondrás, de entre la colección que tienes, y entonces decides que no te llevarás ninguno. Pese a que tienes de donde elegir, tu decisión se vuelve totalmente legitima al decidir no ponerte ninguno. Hubiese podido dejar la pregunta así, sin contestar nada, pero luego me pareció que podía dar algunos títulos, por eso incluí el párrafo final.
Saludos
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