_______________________________
.
Una alcancía es un pequeño banco casero donde se deposita el suelto, el cambio, la morralla, el vuelto o, por lo regular, billetes de baja denominación.
En nuestros días, cuando el dinero se devalúa tan rápido, y el níquel o el bronce sustituyen a la plata o al oro con el que se forjaban las monedas, guardar centavos en una alcancía es como echarlos a un bolsillo roto.
Así está la política en México. Llena de pobres aspirantes a Juárez, pero que no son Juárez. O de aquellos que quieren parecerse a Zapata o a Villa, pero que no son Villa ni Zapata. La idealización de la figura del héroe les resulta más cómoda que el descubrimiento de su propia personalidad ética en la historia. Unirnos a la imagen del héroe nos ahorra la tarea de serlo. Y desplegamos en las filas de la militancia política.
Una única excepción, aunque en verdad sea un triste ejemplo, fue el comandante Marcos. Me duele decir triste pero lo es, a su pesar; porque es penoso que ahora nuestros héroes tengan que ponerse una máscara para “dar” la cara ante la historia. Tal vez hemos regresado a la caracterización de la justicia sin rostro…
¿A qué se debe?
(Damos dos posibles, aunque no únicas, respuestas):
1. — El héroe busca el anonimato para salvar su pellejo.
2. — Al disfrazarse, o encubrir su identidad, ésta se transforma en una pluralidad sin rostro aunque llena de significado, en un Todos somos Marcos, o viceversa.
Pues sí pero no. El héroe existe, está ahí en algún lado, transustanciado en la complejidad de sus propias aportaciones históricas, muy suyas, muy respetables, claro, que lo han llevado a aceptar el reto bajo la forma de una revolución.
El trono del héroe es de tierra, de nube, de agua y de maíz. Y hoy necesitamos al héroe más que nunca para que en el futuro nuestros hijos y sus hijos no tengan que esconder la cara para decir la verdad.
El pueblo tiene la obligación de proteger a sus héroes, con agallas, con el rostro valiente de la multitud de corazones valientes; porque los héroes otorgan un rostro a quien de otro modo permanecería anónimo. Pero cuando esos héroes tienen que ponerse un pasamontañas, caray, pueblo mío, descarado, anónimo, fantasmal.
También, cuando emergen, tenemos que proteger a nuestros héroes porque no son ningunos forajidos ni bandoleros. Su lucha es la nuestra, la de todos, la del hombre libre y ufano. Si su rostro posee un corazón, que su corazón tenga un rostro también. Hay que proteger a nuestros héroes, para que la verdad tenga no sólo un nombre sino, también, una fisonomía humana.
Los hombres a quienes el pueblo ha prestado su voz, tienen que respetar y hacer respetar ese poder del que emana su autoridad. Su servicio a la patria no debe ser servil. Queremos que en México existan más hombres útiles, no una sarta de servidumbre.
La política no puede, ni debe, fundamentarse tampoco en la mentira ni en la patraña; si sucede así, entonces el espíritu de una nación está condenado a perecer, destruido por la plaga de la falsedad y la cobardía. Todos estos demonios de la política mexicana actual son los ancestros de tres grandes males: la corrupción, la ignominia y la infamia, que tanto daño siguen haciendo.
La política tampoco debe subordinarse a la ideología de un partido sino a la razón de un pueblo.
Todo cargo público que le otorgue a un hombre o a una mujer el privilegio y la posibilidad de ejercer la política, debe servir a la Patria, no a un patrón.
Cuando a finales de los ochenta Carlos Salinas de Gortari dio su primer discurso como candidato a la presidencia, recuerdo que dijo que su gobierno haría “política, política y más política”. No dijo nada nuevo a lo que sus predecesores habían dicho y hecho, pero estableció un nuevo vicio: el de reducir tres posibilidades a una misma cosa. Tres estrategias a una sola táctica, y ya vimos qué sucedió.
México se merece una transformación de pies a cabeza, para que el pan nuestro de cada día no sea un PAN en la mesa mexicana durante los próximos 75 años. ¡Dios nos libre!
Tonatiuh Catalá
2 comentarios:
Al paso que vamos... Damos un cambio, nos conformamos y nos quedamos ahí, es como si dijéramos fue suficiente.
Lo de Marcos me parece va por lo de pluralidad sin rostro, pero triste, si. Si estoy de acuerdo o no con el reto que se impuso no viene al caso, lo que uno debería pensar es que bajo la pluralidad, bajo la imagen pop, existe alguien.
Un abrazo
Alba
Creo que lo del sub fue algo muy positivo en su momento, muy fuerte. Pero claro, debería llegar el momento en el que se dejen caer los pasamontañas. Eso sería entrar en la modernidad (en Europa algo así es inconcebible). Pero me parece que la pluralidad es un intento sano por borrar los héroes (y el rescate de la idea socialista : ni César, ni burgués, ni dios). ¿Tanta falta nos hacen? ¿Quién puede creer en ellos, hoy día, en líderes carismáticos de trece por docena?
Un saludo
Publicar un comentario