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Cuando trabajaba en la Ciudad de México, en la Avenida Insurgentes, desde mi pequeña oficina solía ver el Parque Hundido. Y, como todo estúpido romántico a mi edad, tenía mis momentos de melancolía y escuchaba a Jacques Brel mientras miraba incendiarse la copa de los árboles de aquel parque, en esos maravillos atardeceres del cielo mexicano, que millones de automóviles, por más que se empeñen, no han podido destruir. Ne me quitte pas se convirtió para mí por aquel entonces en un himno. ¿Por qué? Bueno, ese es tema para otra entrada.
Jacques Brel, admirado e imitado muchas veces por Joan Manuel Serrat.
No me abandones.
Hay que olvidar
todo lo que se puede olvidar.
Lo que se fue.
Olvidar el tiempo
de lo malos entendidos
y el tiempo perdido,
a saber cómo.
Olvidar esas horas
que mataba a veces,
a golpes de por qué,
el corazón de la felicidad.
No me abandones...
Te ofreceré
perlas de la lluvia
que traeré de países
donde no llueve.
Escarbaré la Tierra
hasta después de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y luz.
Haré un reino
donde el amor será el rey,
donde el amor será la ley
y tú serás allí la reina.
No me abandones...
Te inventaré
palabras imposibles
que tú comprenderás.
Te hablaré
de aquellos amantes
que vieron arder
sus corazones dos veces.
Te contaré
la historia de ese rey
que murió por no haber
podido encontrarte.
No me abandones...
¿Acaso no se ve a menudo
resurgir el fuego
del antiguo volcán
que se creía demasiado viejo?
¿Acaso no existen tierras incendiadas
que dan más trigo
que el mejor de los abriles?
Y cuando llega la noche
para que en el cielo arda
el rojo y el negro,
¿acaso no se unen?
No me abandones...
No lloraré más
No hablaré más.
Me ocultaré por ahí para mirarte
bailar y sonreír,
y para escucharte cantar
y después reir.
Déjame convertirme en
la sombra de tu sombra,
en la sombra de tu mano,
la sombra de tu perro.
No me abandones...
No me abandones...
No me abandones...
No me abandones...
2 comentarios:
Recuerdo cuando lo conocí por ti con otra canción y me quedé escuchando todo lo que encontré hasta esta maravillosa canción que me tocó profundamente con su interpretación y se ha convertido en una de mis preferidas. También descubrí en aquella ocasión que había escuchado algunas canciones de él sin saber ni su nombre ni su autor (otro más, qué se le va a hacer). En fin, desde el primer momento me encantó y esta canción la puedo escuchar siempre con la misma emoción, gracias.
Un abrazo
Siempre me parece un deleite compartir la música de este hombre. ¿Sabías que cuando supo que te tenía un cáncer incurable --en ese entonces-- dejó Francia y se fue a vivir a la Martinica, donde vivió y murió el pintor Paul Gaugin? Hoy ambos están sepultados en el mismo cementerio.
Saludos!
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