En días pasados ocurrió algo que por su importancia, y porque no es la primera vez que sucede, he querido traer a cuento ahora.
Una poeta venezolana escribió un poema declarando que su poema era un haikú. Si nos atenemos a una definición estricta de lo que es ésta forma poética, podemos decir que es un poema construido en tres líneas de 5, 7, y 5 sílabas. Pero como los poetas poseen el derecho de la libertad al escribir, la estructuración gramatical de un haikú puede perder relevancia ante el tino y la belleza expresiva que se manifieste en dicho poema, por supuesto. De hecho, lo que distingue a un haikú no es ni siquiera eso, porque puede no estar escrito en sólo tres líneas ni en una confrontación exacta de líneas y sílabas. Lo que distingue a un haikú, por el contrario, es la concisión, la percepción y su sabiduría verbal en el lenguaje poético, como ya lo afirmó Cor van den Heuvel en un artículo publicado en 1987 en el The New York Times Book Review.
Como lector noté que le faltaba ritmo al haikú de esa susodicha poeta; encontré una línea demasiado larga junto a otra muy corta y, recortando la frase, se podía expresar clara y efectivamente lo que quería decir. Había intensión pero no se lograba bien la definición poética. Trabajando un poco con las palabras, modifiqué el poema y se lo presenté a la poeta. No pretendí imponer sino sugerir, nada más. Y en las correcciones que hice no hubo nada de “así es como debe de decirse”, más bien de “podría quizás expresarse así”. Presenté mi versión sin petulancia ni solemnidad.
Uno de los lectores admitió valientemente incluso que mi versión le parecía mejor que la original. La poeta se encolerizó y contestó que cómo me atrevía a corregirle la plana. Argumentó que ella era algo así como la “José Emilio Pacheco venezolana”, y que tenía un taller de poesía que forjaba a muy buenos poetas, por tanto, yo no era nadie para corregirle un poema. Dijo además que como yo vivía en Texas seguramente ni siquiera hablaba español. Hágame usted favor.
Me pregunto yo: ¿Por qué pensar que todo lo que escribimos es una obra maestra insuperable?. Como poeta, sé de la importancia de corregir, de leer ante los otros y de aceptar una buena crítica literaria. Y ante todo, también sé que el autor de un poema tiene la última palabra. Le mencioné sin pretensión, sólo como ejemplo, el caso del poema Tierra Baldía de T. S. Eliot, corregido por Ezra Pound.
A ella eso le pareció una forma de querer compararme con Ezra Pound. Para nada. Mi ejemplo se debió tan sólo a mostrar una práctica común entre escritores y no a establecer una comparación con el gran poeta norteamericano.
Cuando trabajé en el Instituto Nacional de Bibliotecas Públicas en México, supe que David Huerta —hijo del poeta mexicano Efraín Huerta— quien tenía un taller de poesía en la biblioteca del Parque España, les pedía a los asistentes a su taller que no le llevaran sus chingonerías, sino los poemas donde tuvieran problemas y quisieran someter a una verdadera crítica literaria. Si la señora tiene un taller en Venezuela, ¿acaso no debería asumir y considerar la misma ética frente a sus alumnos? Yo no pude contenerme y le contesté que si ella no comenzaba dando el ejemplo, ¿qué tipo de poetas estaría formando en su país?, caray. Considere, le pedí, continuar entonces con su taller.
Ahora quiero mostrar el punto y motivo de esta nota: en una argumentación así, si esa poeta consideró tener la razón, ¿no es entonces una excelente manera de demostrarlo públicamente? ¿No es también una buena oportunidad de mostrar la patanería y estupidez de aquel que nos ataca? Pues ¿qué creen que hizo esa gran poeta venezolana? Borró mis comentarios.
En otra ocasión no menos afortunada, a otro escritor se le ocurrió hacer los cambios que yo le propuse, !pero borró mis comentarios sobre su inmaculada “obra” maestra!
¿Dónde queda el diálogo y la oportunidad de aprender de los demás? Si a estos escritorcillos se les para el cuello por sus grandes aportaciones a la literatura mundial, les recordaré que la humildad y la modestia son las grandes virtudes de la creación y la creatividad, principalmente en los genios artísticos.
Cuando a Moctezuma le comunicaron que había sido elegido rey del imperio azteca, lo encontraron barriendo la explanada del templo.
2 comentarios:
La susceptibilidad de los poetas de internet es grande!!! Por la experiencia que he tenido tratando de intercambiar comentarios, me he ido dando cuenta de lo difícil que es y son muy pocas las personas que aceptan un intercambio crítico. Sin duda todos consideramos cada poema como un logro y nos cuesta trabajo admitir los errores. A veces, con el tiempo se pueden establecer este tipo de relaciones, pero tu ejemplo ilustra muy bien el sentimiento predominante en las publicaciones poéticas de la red.
Un saludo
Leo, yo sé, con conocimiento de causa, que tú eres una de esas "pocas personas". Lo comprobé en una ocasión al hacer un comentario sobre uno de tus poemas. La sencillez y sabiduría con que reaccionaste ante mi propuesta me mostró una vez más tu calidad poética y humana. Como bien lo afirmas, es difícil encontrar a alguien así en estos días, sobre todo en la red cibernética, pero uno sigue lanzando botellas en este mar electrónico, no sólo con esperanza sino con buena voluntad.
Saludos
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