viernes, 30 de julio de 2010

Leonard Cohen - In My Secret Life

En una de mis primeras clases de filosofía, el maestro pidió que levantaramos la mano aquellos que teníamos un secreto que nunca habíamos dicho a nadie. Algunos levantaron la mano. Luego pidió que levantaran la mano aquellos que habían confesado algún secreto a alguien, al menos alguna vez. Otros tantos levantamos la mano.

Lo que mi maestro nos dijo a continuación fue algo que no he olvidado nunca:

"Aquellos que no levantaron la mano en ninguno de los dos casos necesitan un psicólogo."

Cada uno cargamos con nuestros secretos, ¿no creen? A veces son inocentones, otras no tanto, pero lo propio del caso ---y lo más sano a la vez---, por ejemplo, es tener secretos que no dañen a nadie, pero sobre todo, que no nos dañen a nosotros mismos. Hay que ser reservado pero comunicativo sin llegar a la absurdidad confesional.

Porque decirlo todo es una verdadera estupidez, pero no confesar nada representa una gran locura también.

En momentos cruciales de su vida Leonard Cohen ha pasado de la vida monástica --fue ordenado monje budista por un sensei japonés-- a los escenarios. Su vida secreta, no tan secreta pero íntima y plena, nos la ha confesado (y ocultado) a través de su poesía y sus canciones.

Una mujer y un hombre escribieron esta canción, Sharon Robinson y Leonard Cohen, una negra y un judío. Dos expresiones de una misma poética: ironía y sarcasmo a la máxima potencia.






En mi vida secreta,
en mi vida secreta...

Te vi esta mañana,
caminabas muy deprisa.
No puedo creer que esté perdiendo
mi contacto con el pasado.
Y de veras te extraño.
Aquí no hay nadie a quien ver,
pero seguimos haciendo el amor
en mi vida secreta.

Río cuando me enojo,
miento y engaño,
y hago lo que tenga que hacer
para irla pasando.
Sé distinguir entre lo bueno
y lo malo,
pero también muero por la verdad.

¡Espera!, ¡espera mi hermano!,
hermana, ¡espera!,
que acabo de recibir mis ordenes:
marcharé noche y día,
y cruzaré la frontera de mi vida secreta.

Leì esta mañana los periòdicos
y la verdad que dan ganas de llorar.
A nadie parece importarle
que la gente viva o muera.
Y el camello que te la vende
quiere que pienses que
en la noche todos los gatos son pardos.
Gracias a Dios que no es asì de simple
en mi vida secreta.

Me muerdo los labios
y también me muerdo la lengua por lo que digo.
Desde el último de mis "éxitos"
hasta la vieja sabiduría.
Pero siempre me quedo solo
y mi corazón se ha vuelto de hielo,
pero hay un lleno a reventar y hace frìo....
en mi vida secreta,
en mi vida secreta,
en mi vida secreta...

(traducciòn TC)

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