martes, 19 de julio de 2011

La mujer sentada a la derecha de Cristo I


PRIMERA PARTE

By Tonatiuh Catalá

Una de las más acertadas contribuciones que ha tenido el escritor Dan Brown es volver a la luz el hecho de que en la pintura de La Última Cena de Leonardo da Vinci, la figura sentada a la derecha de Jesucristo no es el apóstol Juan, como se creía, sino que, por el contrario, la persona sentada a la derecha de Cristo es nada más y nada menos que la de una mujer, muy probablemente, la misma María Magdalena.

La pintura de Da Vinci es elocuente y fue ocultada durante siglos. En casa de mi madre en Aragón colgó durante un buen tiempo una tela con una reproducción de la pintura de Da Vinci. La impresión era una copia imprecisa, tal como una fotografía borrosa; en ella se ve a los apóstoles sentados en una larga mesa con mantel. No era sólo la culpa de una mala impresión en una tela, el mismo original se encontraba en pésimas condiciones como para poder observarse con claridad, hasta que fue restaurado, y rescatado, hace poco tiempo.


La reproducción manual de aquella tela, seguramente, fue el resultado de la buena fe de algún artesano y de la devoción de mi madre, quien compró la pintura.


Es conocido que en el mismo muro donde está la pintura de La Última Cena se mandó a construir incluso una puerta que dañó parte de la pintura. Esa misma puerta fue clausurada después, como se puede apreciar en la fotografía de aquí arriba.

Hay muchas cosas que se quisieron ocultar de esa pintura, pero lo que es evidente, y nos ocupa ahora, es que la figura que está sentada a la derecha de Cristo es femenina.



Leonardo da Vinci era un científico y no un pintor de tarjetas postales. Los sacerdotes y militares que frecuentó entre sus amigos debieron manejar información de primera mano y, en aquel tiempo (Leonardo lo pintó entre 1495 y 1498), le fue permitido, con toda libertad, pintar ese mural que se encuentra hoy en Milan, Italia, para deleite de todos nosotros. 


En el cuadro de La Última Cena algunos de los hombres parecen discutir, y es curioso advertir cómo da la impresión de que el grupo de los 12, seis a cada lado de Cristo, parecen también estar divididos en dos bandos, los de la izquierda discuten contra los de la derecha y viceversa.


Algunos de ellos señalan hacia la figura femenina. "¿Cómo es esto posible?", parecen decir.

La pintura, después de su restauración, es en sí muy clara, elocuente, está hecha con la maestría del mejor Leonardo. La mujer sentada junto a Jesús es hermosa, de cabello largo y rizado; muestra un rostro bondadoso y sereno que no es perturbado por el alboroto y discusiones que se notan a su alrededor; se le ve inclinarse a escuchar el comentario del anciano que está a su derecha. ¿Qué le dice?


El rostro de Jesucristo también es sereno, tranquilo, sabe lo que una de sus miradas puede provocar; ¿por eso mira casi humildemente hacia un lugar que ninguno de los otros observa? 

Se ha especulado que en esta precisa escena se muestra el momento en que Jesucristo anuncia que será traicionado por uno de ellos. Yo no lo creo así. Esto no puede precisarse con rigor y sería tonto tratar de probarlo ahora. La historia también puede estar llena de especulaciones.


Judas era el tesorero de los apóstoles; él, en otras palabras, era algo así como un Secretario del Tesoro: el dinero o limosnas que recibían los apóstoles por parte del pueblo estaba a cargo de uno de los apóstoles preferidos de Cristo: Judas Iscariote. El dinero que los apóstoles colectaban no era para ellos, sino para ayudar a los más necesitados. Si ellos tenían las monedas, eso no indica que las poseyeran. Ninguno, sobre todo el mismo Judas, entendía el valor del oro para enriquecerse personalmente; y él admiraba al hombre que le había enseñado eso; iba con él de pueblo en pueblo, predicando sus enseñanzas, aunque no como un tesorero encargado de los bienes y finanzas de su lider. Pero...

El susurro del diablo también pasó por las filas de los apóstoles de Cristo y la envidia corrió. En el Nuevo Testamento puede leerse como entre los mismos apóstoles discutían quién sería el preferido y substituto de Jesús. Esas discusiones, que están en las Santas Escrituras y no son cuento ni invensión mía que traigo aquí, son discusiones de poder.


(El cuadro de La Última Cena, tal y como todavía se apreciaba en 1970)

El nombre de Cristo no es precisamente un apelativo sino un título; como el título de Doctor en nuestros días. El nombre de pila de Jesuscristo fue, al parecer, Joshua Emmanuel, como se establece del mismo modo en el Nuevo Testamento.


El sucesor de Cristo también heredaría el título.

Nada era ajeno al entendimiento de Cristo; sabía bien lo que el grupo que lo acompañaba pensaba, y a ellos preguntaba también lo que la gente decía de él. La autoridad de Cristo no era cuestionada como para evitarle invitar en una ocasión tan impotarte como el Passover a una mujer. La invitó a sentarse a la mesa ¡donde sólo se sentaban hombres!

Si esa mujer se llamaba o no María Magdalena no lo sabemos, y quizas no lo sabremos nunca; a través de eso que llamamos historia, los apóstoles del mal se han encargado muy bien de ocultárnoslo.

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