viernes, 17 de octubre de 2008

El corazón de las razones

Ñ
Mi amigo Paulo Cohelo —quien me escribe de vez en cuando— envía este texto, que a su vez le fue proporcionado por una amiga suya, de nombre Julia:

(Primera de dos partes)
________________________________________________

Tonatiuh, aparentemente, hoy en día las mujeres buscan razones para enamorarse de los hombres. He aquí, sin tener que estar de acuerdo con todas, algunas de ellas:

Amamos a los hombres porque nunca pueden, incluso si lo desean, fingir un orgasmo.

Porque a pesar de que nunca nos entenderán, les gusta intentarlo.

Porque son capaces de seguir encontrándonos hermosas, incluso si nosotras ya no lo creemos.

Porque entienden de ecuaciones, política, matemática y economía, pero nada acerca de nuestro corazón femenino.

Porque son amantes que sólo descansan cuando hemos obtenido (o pretendemos haber obtenido) placer.

Porque les gusta llevar el deporte a algo cercano a la religión.

Porque nunca tienen miedo a la obscuridad.

Porque insisten en reparar cosas que están más allá de su capacidad de comprensión, y se dedican a ello con el mismo entusiasmo de un adolescente, sintiéndose frustrados cuando no lo consiguen.

Porque son como las rojas granadas, la mayoría de ellos resultan imposibles de digerir, pero las semillas son jugosas.

Porque nunca chismorrean de lo que dirán los vecinos.

Porque sabemos muy bien lo que piensan, y cuando abren la boca para decirlo, dicen exactamente lo que sabíamos que dirían.

Porque jamás se torturan ni sueñan en tener que ponerse tacones altos.

Porque les gusta explorar nuestro cuerpo y conquistar nuestra alma.

Porque una muchacha de 17 puede dejarlos sin aliento y una mujer de 25 domarlos sin esfuerzo.

Porque siempre les atraerán los opuestos: ascetas--opulentos, guerreros-- monjes, artistas--generales.

Porque hacen todo lo posible por ocultar sus debilidades.

Porque el mayor miedo de un hombre es no ser hombre (jamás cruza por la mente de una mujer no ser mujer).

Porque a pesar de que siempre se comen todo lo que hay en el plato, nunca se sienten culpables por ello.

Porque les causa mucho placer percatarse de cosas sin importancia, como lo que ocurrió en el trabajo, o en diferentes marcas de automóviles.

Porque tienen hombros en los que podemos descansar y dormir sin mucho esfuerzo.


Porque están en paz con sus cuerpos, excepto por pequeñas e insignificantes cosas como quedarse calvos o engordar.

Porque realmente se muestran muy valientes delante de los insectos.

Porque ellos nunca mienten sobre su edad.

Porque a pesar de todo lo que intentan demostrar, no pueden vivir sin una mujer.

Porque cuando le decimos a uno de ellos “te amo”, inmediatamente quieren que les demostremos “cuánto”.

(Traducción: Tonatiuh Catalá)

4 comentarios:

Alberlink dijo...

Ja ja ja ja ja
Muy bueno.
Espero la segunda parte pera pegarlo en mi Blog

albalpha dijo...

Me gustaría saber si están de acuerdo, yo conozco hombres que en algunas cosas no estarían de acuerdo pero hablando en general es simpático.

Saludos

Alba

Unknown dijo...

Por supuesto que no estamos de acuerdo con todas esas razones, el mismo Cohelo lo señala al principio; pero hay que dirigirse al tono ironico y sarcástico del texto, lo que lo hace simpático, como bien afirma Alba.

Conozco hombres, por ejemplo, a quienes importa más el qué dirán los demás que a las mismas mujeres.
A mí, por ejemplo, me horrorizan muchos insectos. Aquí entre nos.

Hasta el cierre de esta entrada, Cohelo no sabía tampoco si el texto fue escrito por Julia o por alguien más, pues cuando intentó preguntárselo, ella ya andaba de vacaciones, pero estoy traduciendo en estos momentos la segunda parte, que es de la autoría de otra mujer. Muy simpático también.

Saludos.

Unknown dijo...

Irónico, irónico, irónico...