jueves, 30 de octubre de 2008

El corazón de las razones (segunda y última)

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Otra de mis lectoras—continúa Cohelo—, afirma que los hombres no sabemos nada sobre la naturaleza femenina y envía la siguiente lista:

1 – Las mujeres hemos nacido detectives. A nuestros ojos, todos los hombres son sospechosos y sus aventuras serán descubiertas tarde o temprano. Sólo es cosa de tiempo.

2 – Incluso si no estamos enamoradas de algún hombre, escuchar “te amo” es un bálsamo para nuestras almas. Y si no lo dicen, las mujeres lo notaremos y eso nos pondrá tristes.

3 – Lo mismo pasa con “eres hermosa”; les toma menos de dos segundos decirlo, pero escucharlo puede cambiar nuestras peores pesadillas en un verdadero cuento de hadas.

4 – Si les preguntamos por la ropa que nos pondremos, no se sorprendan si al final nos decidimos por lo opuesto a lo que sugirieron; esa es sólo parte de nuestra naturaleza.

5 – En una fiesta, las mujeres somos capaces de escanear todo el lugar en menos de un minuto para encontrar lo que nos interesa. Sólo pónganos a prueba.

6 – Las mujeres pensamos en el sexo con la misma intensidad que los hombres, o quizás más; la única diferencia es que nosotras no lo andamos divulgando.

7 – Si no aceptamos una cita para salir a comer, no se preocupen, es sólo que necesitamos algunos días más para perder esos kilitos extras que echan a perder nuestra vida.


8 – Las mujeres recordamos siempre todo. Si nos preguntan cuándo nos conocimos, no contestaremos “en una fiesta”, sino: “era martes, después de que sirvieron la ensalada y el caldo de pollo y tú llevabas puesta una chamarra negra y unos zapatos de diseño italiano.

9 – Sin importar cuánto amor somos capaces de dar, siempre habrá tres o siete días que las mujeres queramos estar lejos de todo y de todos. Durante esos días, los hombres tienen dos opciones: amarrarse a un poste de luz y esperar hasta que pase la tormenta, o ir a la joyería más cercana a comprarnos un regalo. Les recomendamos hacer lo segundo.

10 – Las mujeres tenemos tanto poder de raciocinio como los hombres, sólo que no necesitamos hacerlo evidente, de lo contrario los haríamos sentirse inseguros. Las mujeres que hacen eso acaban solas.

11 – A las mujeres nos gusta toda clase de bello en el cuerpo del hombre, aunque depilarnos sea nuestro tormento favorito.

12 – Las mujeres odiamos hacer el amor cuando no queremos, aunque terminémoslo haciendo de todos modos y los hombres nunca noten la diferencia.

13 – Juega con nuestros hijos y nuestras mascotas y nosotras jugáremos contigo. No les hagas caso y no te haremos caso.

14 – Las mujeres estamos provistas de rayos X. Tenemos la capacidad de mirar unos duros y obscuros ojos y encontrar la ternura que hay detrás de ellos. O penetrar la mirada de unos ojos azules como de ángel y descubrir al demonio que hay escondido ahí. Sabemos cuando alguien pretende dormir fingiéndose cansado o —más aún— cuando algún hombre pretende no estar durmiendo con alguien.

15 – No todas las mujeres anhelan casarse y tener hijos. Muchas sólo quieren tener mascotas y orgasmos.

16 – Cuando la delicadeza es genuina, puede derretir nuestros duros corazones.

17 – Si tenemos algún problema qué discutir con los hombres, por favor, no pretendan darnos la solución, nosotras ya la sabemos. Lo hemos planteado sólo para evitar que nuestra relación acabe en el aburrimiento.




(Traducción: Tonatiuh Catalá)

2 comentarios:

albalpha dijo...

Sabios consejos que pueden tomar en cuenta sin necesidad de ser estrictos. Las mujeres podemos tener nuestras variantes y nos gusta que lo noten.

Saludos

Alba

Unknown dijo...

"Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis..."

Es curioso lo que ocurre en este poema --proema--de Sor Juana; aquí se ve al hombre como el tentador, el que le da la manzana a Eva y no al revés y eso me parece totalmente moderno. No sé si alguien lo ha notado antes. ¿Lo habrá hecho Octavio?

Como hombre, este poema duele, es una bofetada. Yo me culpo y me acuso de no haberlas escuchado más e ignorado menos.

Hablo de esa sabiduría, Alba...

Saludos