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Antier me enteré que el cuate que escribía las historietas del Kaliman en México, era un tipo que trabajaba para Televisa y que siempre llevaba pistola, además, se ufanaba déspotamente de vivir con una "putita". ¡Qué contradicciones tiena la vida, ¿no?! Yo casi estaba seguro que quien escribía esas historias tan apasionantes y llenas de virtud era Kaliman en persona o el mismo Gurdjjief.
Pero aunque la vida está llena de contradicciones, en sí misma no es contradictoria; creo que sólo los seres humanos lo somos; para empezar, yo, por ejemplo, que a los 16 años me declaré amigo de la sabiduría, no he hecho otra cosa sino traicionarla y hacerla mi enemiga. La injurié, la senté en mis piernas y le di de bofetadas.
Todos somos parte de esas contradicciones; las hay pequeñas, las hay sin querer, las hay impersonales, las hay inconscientes. Parece ser que nadie se contradice a propósito pero ahí está el meollo de la contradicción. Nietzsche decía, por ejemplo, que aquel que no se contradice veinte veces al día es un idiota ("me contradigo, luego soy", vaya); pero mientras ciertas contradicciones tienen justificación, otras son de plano muy injustas e injustificadas, porque representan ese molesto paradigma entre lo que somos y lo que aparentamos ser.
He aquí la canción de un hombre que admiro y que se contradice sanamente y sin mala fe.
Dedico la traducción a mi hermano Alberto.
Mis amigos se han ido
y mi cabello es gris,
ahora me duele en los sitios
donde antes sentía placer;
y sigo loco por enamorarme,
pero no pasa nada, simplemente
pago mi alquiler en la Torre de la Canción.
Le pregunté a Hank Williams
¿qué tan sólo te sientes?
Hank Williams no me contesta aún
pero lo escucho toser toda la noche;
cien pisos arriba de mí,
en la Torre de la Canción.
Yo nací así, no tuve otra opción,
nací con el privilegio de una voz de oro,
y veintisiete ángeles desde el cielo
me ataron a esta mesa,
en la Torre de la Canción.
Puedes clavar tus alfileres
a ese muñeco, lo siento mucho
pero no se parece a mí en absoluto.
Yo me quedaré junto a la ventana
donde la luz del sol es intensa.
En la Torre de la Canción
ellos no dejan que una mujer nos mate.
Puedes decir que me he amargado,
de eso puedes estar segura;
los ricos tienen sus canales
en las casas de los pobres,
y un poderoso juicio se acerca,
pero a lo mejor me equivoco.
En la Torre de la Canción
siempre escuchamos voces raras.
Te he visto al otro lado,
no sé como el río se ha ensanchado aún más
entre los dos.
Pero te amé, mujer, hace mucho tiempo.
Y hoy todos esos puentes que pudimos cruzar
se han incendiado.
Y cada vez me siento más cerca de todo eso
que perdimos; nunca, nunca lo perderemos otra vez.
Así que te digo adiós,
no sé cuando regresaré,
mañana nos cambiarán a otra Torre,
pero tú vas a escuchar de mí,
aún mucho después de haberme marchado.
Te hablaré dulcemente,
desde mi ventana
en la Torre de la Canción.
Letra: Leonard Cohen
Traducción: TC
3 comentarios:
ahora sí quedó completa
Ya era hora.
Tu hermano Alberto te agradese el detalle y te manda un fuerte abrazo.
...ahora me duele en los sitios
donde antes sentía placer;
y sigo loco por enamorarme,
pero no pasa nada, simplemente
pago mi alquiler en la Torre de la Canción.
Ah! Kalimán fue un héroe de mi infancia, héroe radial de vacaciones cuando podía escuchar las radionovelas.
En cuanto a las contradicciones... Con ellas vivimos, nos enredamos y avanzamos. Sólo somos humanos.
Saludos
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