martes, 1 de marzo de 2011

Elton John - Goodbye yellow brick road

No sé si todavía exista ese viaje. Era un barco-ferry que partía del puerto de Mazatlán rumbo a la península de Baja California. Abandonaba el puerto a las cinco de la tarde (hora muy lorquiana) y llegaba a La Paz a las nueve de la mañana del día siguiente.

Durante toda la noche cruzabamos el mar de Cortéz, llamado así por el primer hombre que dijo "este es otro mar"; aunque, curiosamente, éste capitán se murió con la idea de que lo que hoy conocemos como Baja California era una isla y hoy ese mar no sea más que un golfo, el golfo homónimo del conquistador español.

Yo hice ese viaje con algunos de mis amigos que formamos el grupo de los Culhuas Mexicas, o Caballeros Aztecas. Uno de ellos, mi gran amigo Pedro Mayoral Stasiuk, llevó al viaje una grabadora y un cassette de Elton John; no puedo olvidar aquella tarde mirando desde la popa del enorme barco; mientras la estela sosegaba el puerto con su bruma, la pequeñez del barco, la inmensidad del oceáno, la pequeñez de oceáno, la inmensidad de la luna (una luna que jamás en mi vida he visto tan grande), la pequeñez de esa luna, la bastedad del universo. Y la pequeñez del universo, y la infinitud de la mente humana.

Y esa canción, en el aire oxidado y salado de la vía marina. Me despedía de la ciudad, le daba la bienvenida al mar, me despedía de esos ladrillos amarillentos, me despedía de un Yo, y le daba la bienvenida a otro. Otro Yo mismo soñoliento.

Y qué actual es esa letra hoy...y ese recuerdo. En mi vida.



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