El Jorge de Arena

Cuando conocí a Borges le pedí me autografiara su libro El Aleph; "Se equivoca jovencito, no puedo autografiarle ese libro porque yo no lo escribí, lo escribió el otro Borges." O qué la canción...dije. Entonces Borges se metió a un laberinto y, al salir, ya en su papel del otro Borges, me regaló un reloj de arena.

"Tome, dijo, ahí tiene mi autógrafo". Pero yo no me di por vencido tan rápido y volví a la carga, decidido a no recibir gato por liebre. Oiga maestro, no sea tan desmemoriado, no se salga por la tangente de los dos Borges que se bifurcan, usted me va a dar su autógrafo o... "¿O qué?", inquirió Borges, mirando al vacío de reojo, levantando más los párpados, pero con la oreja apuntada en dirección a una respuesta de mis labios.

Mire, yo lo que quiero es un autógrafo suyo maestro, soy uno gran admirador del Borges esquizofrénico, digo, de ustedes los Borges y me gustaría tener un recuerdo suyo de su puño y letra, no importa de cual de los dos sea. "Pero estoy ciego, no podría ver ningún libro que me ponga en frente, si acaso, sólo podría olerlo".

En ese preciso momento, como recordándo algo mucho tiempo olvidado, comenzó a llamar a una tal "María, María, ¿dónde estás? Espere jovencito, mire usted, se me ha ocurrido una idea, mi esposa María podrá firmarle el libro por mí". "No, thanks", dije en inglés, sabiendo que Borges entendería perfectamente mi socegado acento. La María nombrada se acercó agarrándolo del brazo. "María, este curioso joven mexicano quiere mi autógrafo pero no puedo ver el libro que me está dando, ¿podrías tú firmarlo por mí? Es un joven atento y dice que ha tenido el atrevimiento y la valentía de leer nis libros. No sé si sentirme honrado o avergonzado."

"¿A qué joven te refieres Jorge Luis?", dijo María, "aquí sólo has estado acariciando a un tigre desde hace rato".

To Jorge Luis Borges, in memoriam

by Tonatiuh Catalá