Un experimento o test psicológico que acabo de recibir vía email me hizo recordar mi visita a una escuela primaria aquí en Estados Unidos la semana pasada.
Este test consiste en identificar en un texto determinado ―"en máximo diez segundos”― todas las letras “F”. Si usted no ha sido capaz de contestar con exactitud el número de letras F del texto, se le indica al final que “la explicación” ―que no me parece a mí tal― es que ¡“el cerebro no puede manejar la palabra OF”! Como si el cerebro fuera qué, ¿un chofer?
Al interactuar con alumnos de quinto, cuarto y segundo grado, en sus ejercicios de matemáticas, observé que ¡muchos! niños son dislépsicos, por ejemplo, escriben 17 en lugar de 71. Curioso, me di a la tarea de investigar, en los días subsiguientes a esa visita, algunos estudios sobre la dislépsia. Encontré, en resumidas cuentas, que la dislépsia no es causa de ningún transtorno grave en sí, que en muchos casos se desconoce la causa, pero representa un problema en el factor de aprendizaje de las personas. En el caso de los niños que resolvían sus operaciones matemáticas, noté que la dislépsia los hace tener que repetir el ejercicio dos veces al, obvio, obtener un resultado incorrecto. No creo que sea necesario extenderme en las consecuencias y el impacto en el aprendizaje que esto tiene.
En ninguno de los test que me han aplicado al respecto he fallado y siempre he obtenido el número de letras correcto. Como no creo ser ningún genio, mi curiosidad, digamos, científica, me llevó a investigar por qué yo sí obtengo el resultado de letras correcto que se indica y por qué otras personas no. Noté, en mi propio caso, que uno de los factores que pueden ser la causa de esto es la presión que el tiempo ejerce en la mente que intenta resolver el test. Cuando se le indica al alumno “tienes sólo diez segundos para resolverlo”, es muy probable que eso interfiera en la mente que intenta concentrarse en los detalles de un texto cualquiera; es muy probable que en ese momento, la parte del cerebro encargada de fijar los detalles se apague (turn off), y el individuo, por el apresuramiento de terminar en menos de diez segundos, para verificar si lo hizo bien o no, no ponga atención en identificar de manera correcta lo que se le está preguntando.
Muchas veces, querer conocer si hemos hecho bien o no las cosas, en un grado de buscar aprobación instantánea, nos importa más que terminar bien lo que hacemos. Por ello nos apresuramos a querer saber el resultado.
Yo me di cuenta de que, en mi caso, una vez que leí “En máximo diez segundos”, lo primero que hice fue desconectarme del tiempo, no en una forma de anularlo, por supuesto, sino en que no lo impuse en mí como un factor importante al momento de resolver dicho problema. Terminé el test en menos de diez segundos y mi cerebro distinguió correctamente todas las letras F.
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