lunes, 7 de noviembre de 2011

La fábula del queso y el ratón


P

uede olerlo, puede olerlo desde donde está. Toda la consciencia del ratón es ese aroma en este momento. Levanta la larga nariz para olisquear el aire una vez más y gira la cabeza rápidamente un par de veces para cerciorase de que el camino hacia su objetivo está libre de obstáculos.

Cuando da la primera mordida al queso que pende de un alambrito, el ratón no se ha percatado de que entró en una jaula. Quizá un poco del vino que se encuentra en un rincón le haga incluso olvidar aún más donde está. El sabor del queso es exquisito y el aroma ha sido irresistible. Tan absorto está en degustar su manjar que ni siquiera se da cuenta cuando cae la compuerta y queda atrapado.

¿Pero es que acaso no somos ese ratón en algún momento de nuestras vidas?



(Escuché este cuento en una conversación entre Clarissa Pinkola Estés y Carolyne Myss en el 2004;  lo traduzco y narro aquí de memoria. N de TC.)


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