sábado, 21 de julio de 2012


La patria es un pájaro muerto *Ellos, la gente.


Foto de Yamima del real

"Votar  es expresar una opinión.
No hay que dejarse llevar por los partidos,
porque en todos los partidos hay imbéciles.
Hay que elegir las personas.
Al mismo tiempo, las elecciones no son carreras de caballos.
No se trata de apostarle al ganador,
sino  apoyar a la persona con quien el votante está más de acuerdo." 

Jorge Ibargüengoitia

Pongamos que sí, que el pueblo tarara o la mayoría de él votó por despeñarse con el Nieto. De ser así entonces hay por qué preocuparse; porque eso muestra que las razones de la democracia están perdidas. Cuando miles de votantes llevan al poder a un idiota, guiados más por el hambre que por un anhelo de libertad y bienestar perdurable, que nisiquiera se funda completamente en las esperanzas que propone el partido opuesto, sino en la perspectiva de que lo que ha propuesto el partido “ganador” es solamente una treta de las circunstancias políticas, no hacen sino marcar su propia suerte e idiosincrasia.

Esto me recuerda a cierta clase de monos sudamericanos, de los que platicaba el otro día a mi hermana Rebeka en una carta. Los indios de esa región tienen una forma muy original de atraparlos. En un saco largo y estrecho atado a un tronco colocan la comida favorita de esos animales, que es cierta clase de arroz. Cuando los monos meten la mano, al agarrar el arroz cierran el puño. Se atrapan así mismos porque no sueltan el arroz y no pueden sacar la mano del estrecho saco con la mano así, los indios aprovechan ese momento para cazarlos.

Cuando la democracia está enferma, la patria es un pájaro muerto si no somos capaces de respaldar nuestras decisiones en las urnas, las cuales deben ser al menos efectivas en cuanto a su legalidad e independientes al considerar su propuesta social.

Pero ¿es verdad? ¿Es verdad que muchos se han dejado engatusar por unas charamuscas? ¿Por un puñado de arroz?

Pero si ese no es el caso, si la verdad es que la mayoría votó por el candidato que aparentemente no registran los resultados como el ganador, ¿entonces?

No es la primera vez que sucede y el salinazo vuelve a repetirse y corromper las elecciones libres de un pueblo, al que aparentemente ciertos cabecillas con ostentación pragmática y logística para movilizar sus formas corruptas, niegan que tenga el derecho de elegir su destino social por cuenta propia.

Como miembro de la Junta de Texas, siempre me negué a llamarle presidente y a reconocer como tal a ese señor que “oficialmente” ha ostentado ese cargo en México durante los últimos seis años. Me niego una vez más a darle ese título a quien no lo gane de forma legítima.

¿Qué ejemplo estaría dando a mis hijos y nietos si respaldo la injusticia, la mentira y la corrupción?

En cuanto a AMLO, lo veo inmerso en sus propias contradicciones políticas. No sabe bien a bien si está luchando contra un pueblo hambriento o contra un poder corrupto. O contra las dos cosas. Si la experiencia de hace seis años no lo hizo capaz de prever lo que sucedió en las elecciones del 2012 tampoco nos está dando un buen ejemplo de liderazgo político, lo veo tierno todavía, naive, incapaz de rodearse de asesores que lo apoyen con estrategias y soluciones plausibles de forma rápida y efectiva, acordes con los problemas enormes que enfrenta.

Es curioso cómo opera la maquinaria de las instituciones sociales, por un lado han sido fundadas para servir y proteger los intereses de los ciudadanos, pero si esas mismas instituciones se vuelven contra el propósito para el que fueron creadas, su misma razón de ser y su sentido se revierte y deteriora.

Hay que considerar lo siguiente. Cuando en la Constitución Política de los Estados Unidos Norteamericanos se escribió el famoso “We, the People”, (Nosotros, la gente…) Esa “Gente” que se consideró ahí y firmó el acta de independencia no incluía a los esclavos ni a  los ciudadanos. Ojo, Ojo.




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