martes, 3 de enero de 2012

"Basura" no rima con "hermosura"

A

yer fui a una tienda donde al menos una vez por semana compro mi despensa. La locura decembrina ha pasado ya. Me encuentro los pasillos casi vacíos. La espera en las cajas se reduce a apenas nada. Cuando llega mi turno me fijo discretamente en el gafete de la cajera. La saludo por su nombre. Me recibe con una hermosa y sincera sonrisa diciéndome: “Siempre que me toca trabajar te veo por aquí pero nunca había tenido el privilegio de atenderte”. Con una velocidad que me sorprende le contesto: Likewise. Que en un cortés y diplomático inglés quiere decir más o menos algo así como: El privilegio es mutuo.

Su sonrisa no desaparece ni un instante en todo el momento que hablamos. Me despido complacido y agradecido. De camino a mi casita me pregunto: ¿Y quién soy yo para recibir tamaña atención de una persona con la que jamás he hablado?

Pero de lo que quiero hablar hoy es de cómo nos hemos convertido en una sociedad de desperdicios. Es algo que incluso ha llegado a deprimirme en estos días y debería comentárselo a mi psicóloga. Por lo regular procuro reciclar cuanta cosa uso. Separo mi basura en aluminio, vidrio, plástico y papel-cartón. Todas las baterías usadas las pongo aparte también. No dejo de pensar que muchas cosas que tiramos acabarán siendo quemadas convirtiéndose en letal polhumo o en el fondo de la tierra algún día. Y a esta pobre Tierra que tantas cosas hermosas y maravillosas nos da, ¿qué le devolvemos?: basura, inmundicia, junk, garbage, waste. Y lo peor de todo son aquellos que lo único que hacen es saltar por encima de la basura sin hacer nada. Espero que no se nos haga costumbre, hábito pues; que no lleguemos al día en que abramos las ventanas, miremos la basura acumulada afuera de nuestras casas y creamos que ese paisaje es algo cotidiano. Y común.

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